Mezquita de Al-Hakim
El enigmático legado de la Mezquita de Al-Hakim
En los anales de la historia de Egipto, hay un nombre que destaca como figura enigmática: Al-Hakim, el sexto gobernante fatimí, que ascendió al trono siendo sólo un niño.
Conocido como el “Pequeño Lagarto”, su reinado, que abarcó 23 tumultuosos años, estuvo marcado por un aura inquietante y una reputación de violencia caprichosa que sacudió los cimientos mismos de su reino.
Los historiadores modernos han especulado con la posibilidad de que su reinado se viera empañado por la locura, dada la gravedad del caos y las crisis en que se vio sumida su corte.
Durante su reinado, Al-Hakim acabó con el tutor que había acuñado su infame apodo, “Pequeño Lagarto”, junto con varios otros que se habían cruzado en su camino.
Sus excentricidades no tenían límites, pues a menudo vagaba de incógnito por las calles montado en un humilde burro.
Cuando se enteraba de la existencia de mercaderes deshonestos, se encargaba de ellos su famoso criado negro.
Sin embargo, el aspecto más desconcertante de su legado sigue siendo su misteriosa desaparición.
Mientras emprendía uno de sus viajes secretos, en particular hacia las inquietantes colinas de Muqattam, desapareció sin dejar rastro, dejando tras de sí un vacío inquietante.
Nunca se recuperó su cuerpo, lo que añade una capa espeluznante a su enigma.
La Mezquita de Al-Hakim, que data de 1013, se erige como testimonio del reinado de este desconcertante gobernante.
Irónicamente, este edificio sagrado, una de las mezquitas más antiguas de El Cairo, nunca sirvió a su finalidad prevista: el culto.
En su lugar, fue testigo de una serie de transformaciones a lo largo de los siglos, sirviendo como prisión de los cruzados, establo, almacén, escuela de niños e incluso hospital psiquiátrico, un reflejo, dirían algunos, de la naturaleza de su enigmático fundador.
En la década de 1980, la mezquita sufrió su propia transformación a manos de un grupo chií ismailí.
Le otorgaron una planta cuadrada y una decoración minimalista.
Entre los modestos adornos, dos minaretes de piedra surgen como las joyas de la corona de este lugar histórico.
Estas obras maestras se consideran los minaretes más antiguos que se conservan en la ciudad, y se erigen como centinelas silenciosos de una época pasada.
La Mezquita de Al-Hakim, con su accidentado pasado y sus cautivadores minaretes, invita a los visitantes a adentrarse en los misterios del reinado de su fundador y a explorar el perdurable legado de la rica historia de Egipto.
Es un lugar donde el pasado enigmático se encuentra con la belleza intemporal de la arquitectura islámica, invitando a todos los que entran a contemplar el enigma que es Al-Hakim.
Creado el 4 de mayo de 2020
Actualizado el 26 de enero de 2024
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