Necrópolis de Dahshur
La necrópolis de Dahshur
En 1894, el intrépido explorador Jacques de Morgan se embarcó en un viaje de un año de excavaciones y descubrimientos en la legendaria Necrópolis de Dahshur, un lugar impregnado de historia y misterio del antiguo Egipto.
Su búsqueda le llevó a desenterrar los lugares de descanso de la realeza olvidados durante mucho tiempo, y sus hallazgos han dejado una huella indeleble en nuestra comprensión de este enigmático lugar.
La primera revelación trascendental de De Morgan se produjo mientras excavaba meticulosamente cerca de la imponente Pirámide de Senwosret III.
Aquí, oculta bajo las arenas del tiempo, desveló la entrada a unas tumbas que acunaban los restos de la antigua realeza.
Dentro de estas cámaras subterráneas yacían las dignas damas de la realeza, con sus pequeñas pirámides alzándose orgullosas sobre el suelo.
Cuando de Morgan se adentró en el corazón de estas tumbas, descubrió tesoros de una belleza y un significado sin parangón.
Entre sus descubrimientos más sobrecogedores figuraban las deslumbrantes joyas que en su día adornaron a la princesa Sithathor, hija del faraón Senwosret II.
Una espectacular pieza pectoral, elaborada a semejanza del propio Senwosret II, adorna ahora las salas del Museo de El Cairo como testimonio del esplendor de una época pasada.
Otro hallazgo notable fue un escarabajo perteneciente a Senwosret III, un vínculo con la época en que estos faraones gobernaban la tierra del Nilo.
La exploración de De Morgan continuó, revelando un tesoro de joyas atribuidas a la reina Meret, que se creía que era esposa o hija de Senwosret III.
Estas exquisitas joyas llevaban los nombres de los faraones Amenemhet III y Senwosret, e incluían un deslumbrante conjunto de anillos, escarabeos y dos magníficos pectorales, cada uno de ellos un trozo de historia devuelto a la vida.
En la temporada siguiente, de Morgan dirigió su atención a la Pirámide de Amenemhet II, donde, una vez más, los secretos de la antigua realeza aguardaban su descubrimiento.
Esta vez, desenterró los lugares de descanso de luminarias como la reina Khnemet, el canciller Amenhotep y las princesas Itweret, Ita y Sithathormerit.
Las momias de estas princesas estaban adornadas con opulentas joyas, intactas por los estragos del tiempo y los ladrones de tumbas, preservando el esplendor de sus enterramientos para las generaciones venideras.
El Museo de El Cairo alberga ahora una notable colección de objetos procedentes de estas tumbas, testimonio de la inquebrantable dedicación de de Morgan a desentrañar los misterios de Dahshur.
Durante su tercera temporada en la Necrópolis de Dahshur, de Morgan descubrió una plétora de cautivadores enterramientos cerca de la Pirámide de Amenemhet III.
En el flanco norte de esta imponente pirámide, se topó con las tumbas y los pozos de doce miembros de la familia real.
Entre estos distinguidos individuos se encontraba el rey Hor-Awibre, de la XIII Dinastía, cuya estatua ka de madera se ha convertido desde entonces en una célebre reliquia.
La estatua, que aún se conserva en su relicario de madera original, mide 1,75 metros de altura y sus intrincadas tallas se conservan en perfecto estado.
En la tumba se encontró una gran variedad de tesoros funerarios, como un cofre canopo, cerámica, objetos de alabastro, estelas, una mesa y un ataúd rectangular de madera adornado con inscripciones.
En su incesante búsqueda, De Morgan descubrió el lugar donde descansaba la princesa Nubhotepti-Kheref.
Los historiadores creen que su padre no era otro que el rey Hor-Awibre.
Aunque el tiempo no había sido benévolo con su cámara funeraria, que sufrió la humedad y la descomposición a lo largo de los siglos, la tumba de la princesa permaneció intacta.
En sus sagrados confines yacía un sarcófago, en cuyo interior descansaba un ataúd de madera adornado con resplandeciente oro, que acunaba los restos de la princesa.
Sorprendentemente, su momia aún conservaba las joyas que la habían adornado en vida, testimonio de que los ladrones de tumbas nunca habían profanado este lugar sagrado.
Cerca de la cámara funeraria, de Morgan desenterró un tesoro de artefactos funerarios, que se cree que tienen más de 4.500 años de antigüedad, y que constituyen un vínculo conmovedor con el pasado lejano de Egipto.
La Necrópolis de Dahshur, con su riqueza de tesoros y secretos, es un testimonio del perdurable legado de Egipto y, gracias a los incesantes esfuerzos de exploradores como Jacques de Morgan, sus historias siguen cautivando e inspirando.
Creado el 18 de marzo de 2020
Actualizado en Ago , 2024