Pirámide de Jafre
La Pirámide de Jafre: Una obra maestra monumental
Jafre, un faraón del antiguo Egipto, imaginó su pirámide erigida orgullosamente junto a la de su padre en la ilustre meseta de Guiza.
Enclavado al suroeste de la Gran Pirámide, el monumento de Jafre es un testimonio de artesanía intemporal, resistente a las pruebas de los siglos.
Lo que distingue a la pirámide de Jafre es su impresionante sinergia con la enigmática Gran Esfinge, guardiana mística de estos antiguos terrenos.
La Esfinge, encarnación colosal de la mística regia, mira eternamente hacia la pirámide de Jafre, testimonio silencioso del enigmático encanto de la meseta de Guiza.
Aunque ligeramente menor en escala que la monumental pirámide de su padre, la creación de Jafre evoca una ilusión de grandeza gracias a su posición elevada en la meseta, adornada con una pendiente más pronunciada.
Entre las pirámides que han perdurado a lo largo de los milenios, la de Jafre es la mejor conservada, con su majestuosa altura prácticamente intacta, preservando el aura de la antigüedad.
En 1816, se produjo un momento crucial en la historia moderna cuando el intrépido explorador Belzoni se convirtió en el primero en poner un pie dentro de la pirámide de Khafre.
Con inquebrantable determinación, Belzoni descubrió la entrada superior y las laberínticas cámaras inferiores.
En honor a su revolucionario descubrimiento, el coronel inglés Fitzclarence inmortalizó el nombre de Belzoni en la entrada superior de la pirámide.
La pirámide de Khafre, construida sobre una terraza plana, ostenta un núcleo de bloques de piedra caliza de forma irregular, vestigios de una época en que los ladrones habían despojado el revestimiento de piedra caliza de Tura.
Estos restos de piedra caliza perdurables reflejan la grandeza de los tiempos antiguos.
El granito rojo adorna el flanco sur de la pirámide, testimonio del encanto perdurable de esta estructura intemporal.
El eje vertical de la pirámide de Khafre alberga su cámara funeraria, una modesta fosa excavada en el lecho rocoso y techada con bloques de piedra caliza, semejante a la pirámide de su padre, diseñada para soportar el inmenso peso de la piedra superior.
Los grabados de la pared sur de la cámara funeraria dan testimonio del descubrimiento de Belzoni en italiano, un tributo a su herencia italiana.
Exploraciones posteriores descubrieron inscripciones del siglo XII d.C. en la pared oeste, añadiendo capas a la historia de la pirámide.
Dentro de la cámara funeraria se encuentra el sarcófago de granito rojo de Khafre, parcialmente hundido en el suelo de la cámara.
Junto a él, una fosa sugiere el lugar de reposo de un cofre canopo, que en su día albergó los órganos internos del faraón antes de su momificación.
El complejo de Khafre, rico en historia, contó en su día con una pirámide satélite, que se cree que tenía una finalidad cultual más que funeraria.
El amplio templo mortuorio, testimonio de brillantez arquitectónica, se extiende hacia el este desde la pirámide, y su pavimento de piedra caliza separa lo sagrado de lo secular.
Las excavaciones de 1910 desvelaron un tesoro escondido en el interior del templo: un patio, un vestíbulo, almacenes, una sala de ofrendas y cinco capillas con estatuas, cada una de ellas testimonio del perdurable legado de Khafre.
Una calzada desgastada por el tiempo, de 494 metros de longitud, une el templo mortuorio con el templo del valle, extraordinariamente bien conservado.
Adornado con colosales monolitos de piedra caliza, no tiene rival en cuanto a conservación entre los templos del valle.
En 1852, Auguste Mariette redescubrió este templo, confundiéndolo en un principio con el Templo de la Esfinge.
En realidad, era el propio templo de Khafre.
Distinguido por sus dinteles y pilares tallados en colosales bloques de granito de Asuán, el templo ostenta un aspecto único y regio que recuerda al templo de Osirion en Abydos.
En 1860, en medio de las excavaciones del templo del valle, Mariette desenterró siete estatuas dedicadas a Jafre, entre ellas una obra maestra de diorita adornada con un halcón de Horus.
Hoy, esta espléndida pieza de arte egipcio adorna el Museo de El Cairo.
Mientras el tiempo sigue desentrañando los misterios del reinado de Khafre, la finalidad del templo del valle sigue siendo objeto de debate.
Algunos conjeturan que pudo servir como lugar para los ritos de embalsamamiento previos al viaje final de Khafre.
Los recientes descubrimientos de 1995, que incluyen tiendas de purificación y pasadizos subterráneos, no han hecho sino profundizar el enigma.
Presidiendo este magnífico retablo se encuentra la Gran Esfinge, un icónico centinela situado al norte del templo.
Su enigmática sonrisa y su mirada firme han suscitado innumerables debates.
Algunos sugieren que fue concebida durante el reinado de Khafre, lo que la convierte en la estatua colosal más antigua de Egipto.
En el corazón de la meseta de Guiza, donde el tapiz del tiempo se teje con hilos de historia y misterio, la pirámide de Khafre y sus enigmáticas compañeras se yerguen, invitando a los exploradores a desvelar los secretos de un pasado eterno.
Creado el 07 de abril de 2020
Actualizado el 27 de enero de 2024