El Desierto Blanco
Explorando la Belleza Surrealista del Oasis de Farafra: El Maravilloso Desierto Lunar de Egipto
El Oasis de Farafra, una joya oculta en el vasto paisaje desértico de Egipto, es célebre sobre todo por su extraordinario Desierto Blanco, conocido como El-Sahara el-Beida.
Situado al noreste de Qasr el-Farafra, esta espectacular maravilla natural cautiva a los visitantes con su surrealista terreno lunar.
El paisaje, cubierto de un manto blanco como la tiza, está salpicado de extrañas formaciones rocosas que parecen desafiar a la gravedad, creando una escena de otro mundo que cambia con la luz: de un blanco brillante al mediodía, a un resplandor dorado al atardecer y a una oscuridad espeluznante bajo cielos llenos de nubes.
Un jardín de esculturas vivientes
Las singulares estructuras del desierto, esculpidas por los implacables vientos del desierto, se han ganado nombres descriptivos que captan su esencia.
Los visitantes pueden maravillarse ante esculturas naturales parecidas a monolitos, setas, conos de helado, tiendas de campaña, grillos y los grandiosos inselbergs de cima plana.
Estas formaciones no son estáticas, sino que los elementos las remodelan continuamente, presentando un paisaje siempre cambiante y fascinante.
Ecos de un pasado prehistórico
Esta extensión, ahora árida, fue antaño un lecho marino, cuyas capas de sedimentos fueron formadas por la vida marina.
Más tarde, el Desierto Blanco se transformó en una sabana, rebosante de elefantes, jirafas, gacelas y otra fauna, que proporcionó ricos terrenos de caza a los humanos prehistóricos.
El paisaje actual, con sus formaciones rocosas más duras erguidas entre partes más blandas erosionadas por el viento, aún conserva las sutiles impresiones de las olas, un guiño a sus antiguos orígenes acuáticos.
Los viejos y nuevos desiertos
Declarado protectorado, el Parque del Desierto Blanco impone rutas específicas para vehículos 4×4 con el fin de preservar su delicado entorno.
Las regiones exteriores accesibles, conocidas como el Viejo Desierto, ofrecen una visión de este extraordinario paisaje.
Más allá, el Desierto Nuevo, accesible sólo en 4×4 o en camello, revela un terreno aún más blanco, donde las formaciones se hacen más grandes y surrealistas, pareciéndose a todo, desde animales a figuras danzantes, especialmente encantadoras al atardecer, cuando se bañan en un suave resplandor rosa.
Una noche inolvidable bajo las estrellas
Un safari nocturno de acampada en el Desierto Blanco es una experiencia única.
Cuando el sol se pone, las formaciones rocosas se desvanecen en siluetas contra un cielo naranja ardiente, y las sencillas alegrías de una comida en el desierto junto a una pequeña hoguera se convierten en un festín para los sentidos.
En las noches de luna casi llena, las formaciones de tiza blanca brillan como fantasmas, eliminando la necesidad de luz artificial.
El inmenso silencio y la sensación de otro mundo evocan la sensación de estar en un planeta lejano.
Amanecer en el desierto
Las horas previas al amanecer traen un frío al aire del desierto, lo que hace que los calcetines y guantes de pelo de camello tejidos localmente por el “Sr. Calcetines” de Farafra sean un bienvenido consuelo.
Despertarse con el aroma del café y ver cómo el desierto cobra vida con los primeros rayos del amanecer es un momento de pura magia.
A medida que la luz del día baña el paisaje, cada formación rocosa y ondulación de la arena se ilumina, revelando un desierto renacido.
Creado el 18 de marzo de 2020
Actualizado en Ago , 2024