Explorando la Gran Esfinge de Guiza en tiempo real
La Gran Esfinge de Guiza es una magnífica estatua de piedra caliza que representa una esfinge reclinada, que combina el cuerpo de un león con una cabeza humana.
Colocada de oeste a este, descansa majestuosamente en la meseta de Guiza, cerca de la orilla occidental del Nilo, en Egipto.
Los historiadores creen que el rostro de la Esfinge representa probablemente al faraón Jafre.
Esculpida originalmente en el lecho de roca natural, la estatua ha sido restaurada posteriormente con bloques de piedra caliza adicionales.
Tiene una impresionante longitud de 73 metros desde la pata hasta la cola, una altura de 20 metros desde la base hasta la parte superior de la cabeza y una anchura de 19 metros a lo largo de las ancas traseras.
Como la escultura monumental más antigua reconocida en Egipto, la Esfinge también figura entre las estatuas más emblemáticas del mundo.
Los estudios arqueológicos indican que fue elaborada por los antiguos egipcios del Reino Antiguo bajo el gobierno del faraón Jafre, alrededor de 2558 a 2532 a.C.
Existe cierto misterio en torno a los daños sufridos por la nariz de la Esfinge, con pruebas que apuntan a una eliminación intencionada con herramientas como barras o cinceles.
Esto desmiente el mito de que las tropas de Napoleón la arrancaron a cañonazos durante su campaña de 1798 en Egipto.
De hecho, las representaciones y descripciones históricas, incluidas las del historiador del siglo XV al-Maqrīzī, confirman que la nariz había desaparecido mucho antes de la llegada de Napoleón.
El nombre original dado a la Esfinge por sus creadores durante el Reino Antiguo sigue siendo desconocido, principalmente porque la construcción del templo de la Esfinge, su recinto y quizá incluso la propia Esfinge quedaron incompletos en aquella época, dejando tras de sí escasos materiales culturales.
Sin embargo, en la época del Reino Nuevo, la Esfinge era venerada como la deidad solar Hor-em-akhet, que significa “Horus del Horizonte” y a menudo helenizada como Harmachis.
Esta asociación con la deidad se destaca en la Estela del Sueño del faraón Tutmosis IV, fechada hacia 1401-1391 ó 1397-1388 a.C.
La Esfinge: Nombre y Leyendas
El nombre “Esfinge”, que se hizo común en la antigüedad clásica, hace referencia a una bestia mitológica griega representada típicamente con cabeza de mujer y cuerpo de león, a veces con alas de águila.
Esto ocurrió unos 2.000 años después de la construcción estimada de la Esfinge.
Cabe destacar que, a diferencia de sus homólogas griegas, la Gran Esfinge tiene cabeza de hombre y carece de alas.
La palabra inglesa “sphinx” deriva del griego antiguo “Σφίγξ”, vinculado al verbo “σφίγγω”, que significa “apretar”, en referencia a la mítica esfinge griega conocida por estrangular a quienes no podían responder a su enigma.
En la época medieval, historiadores árabes como al-Maqrīzī se referían a la Esfinge con diversos nombres arabizados derivados del copto, como Belhib, Balhubah y Belhawiyya.
Estos nombres se remontan al antiguo egipcio “Pehor” o “Pehoron”, asociado al dios cananeo Hauron.
El nombre árabe egipcio moderno de la Esfinge, أبو الهول (ʼabu alhōl o ʼabu alhawl, que significa “El Aterrador” o “Padre del Espanto”), refleja una correspondencia fono-semántica de estos nombres más antiguos.
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Construcción y orígenes de la Gran Esfinge
Durante el Reino Antiguo, hacia el 2500 a.C., se cree que la Gran Esfinge de Guiza se construyó bajo los auspicios del faraón Jafre, que también encargó la Segunda Pirámide de Guiza.
La Esfinge fue meticulosamente tallada a partir de un único monolito de roca madre que también sirvió de cantera para las pirámides y otras estructuras cercanas.
El geólogo egipcio Farouk El-Baz propuso que la cabeza de la Esfinge pudo haberse esculpido primero a partir de un “yardang” natural -una cresta de roca madre moldeada por el viento que a veces se asemeja a formas animales-.
Sugiere que el “foso” o “zanja” circundante se excavó más tarde, lo que permitió dar forma a todo el cuerpo de la Esfinge.
Las piedras extraídas de este proceso se utilizaron después para construir un templo situado directamente delante de la Esfinge.
Sin embargo, ni este templo ni el recinto que rodeaba a la Esfinge se terminaron, y la falta de artefactos culturales del Reino Antiguo relacionados con un culto a la Esfinge indica que tal culto probablemente no existió en aquella época.
Selim Hassan, que dirigió las excavaciones en torno a la Esfinge en 1949, se mostró cauto a la hora de atribuir la creación de la Esfinge a Jafre, debido a la ausencia de inscripciones contemporáneas que relacionen la Esfinge directamente con él.
Señaló que, aunque las pruebas sugieren claramente la participación de Jafre, siguen siendo circunstanciales hasta que se descubran pruebas definitivas.
La logística de la construcción también indica que el complejo funerario de Khafre, incluido su Templo del Valle y la calzada que lo conectaba con su pirámide, se estableció antes de la planificación de la Esfinge.
Esto es evidente por el desmantelamiento del muro perimetral norte del Templo del Valle para construir el templo de la Esfinge y la colocación del muro sur del recinto de la Esfinge, que se alinea con la calzada preexistente.
El nivel inferior de la base del templo de la Esfinge apoya aún más la idea de que se construyó después del templo del Valle, integrando estas estructuras en un complejo funerario completo dedicado a Khafre.
Renacimiento y Reverencia: La Esfinge a Través de los Tiempos
En el Reino Nuevo, la Gran Esfinge de Guiza adquirió una renovada atención e importancia religiosa.
Después de que la Necrópolis de Guiza fuera abandonada durante el Primer Periodo Intermedio y la Esfinge quedara enterrada hasta los hombros en la arena, Tutmosis IV realizó un importante esfuerzo arqueológico hacia 1400 a.C.
Tutmosis IV consiguió excavar las patas delanteras de la Esfinge e instaló entre ellas la Estela del Sueño.
Esta losa de granito, posiblemente reutilizada de uno de los templos de Khafre, llevaba inscripciones que estaban parcialmente dañadas en el momento de su descubrimiento.
El texto sugería una conversación divina en la que la Esfinge, personificada como el dios del sol Harmakhis-Khopri-Ra-Tum, proclamaba a Tutmosis IV como su gobernante elegido y pedía protección contra las arenas invasoras.
El texto de la Estela del Sueño es un importante artefacto que vincula a la Esfinge con el faraón Jafre, aunque partes de su texto están incompletas.
En particular, las inscripciones de la estela incluyen peticiones de ofrendas y alabanzas para mantener la estatua, lo que indica su culto continuado bajo el nombre de Atum-Hor-em-Akhet, otra forma del dios del sol.
En los siglos posteriores, el culto en torno a la Esfinge siguió evolucionando.
En tiempos de Amenhotep II (1427-1401 ó 1397 a.C.), casi un milenio después de su construcción original, se erigió un templo al noreste de la Esfinge dedicado a Hor-em-akhet, el “Horus del Horizonte”.
El estatus de la Esfinge como monumento de interés persistió en el periodo grecorromano, cuando se convirtió en un lugar popular para el turismo y la expresión política.
Los emperadores y funcionarios romanos, entre ellos Nerón y el gobernador Tiberio Claudio Balbilo en el siglo I d.C., patrocinaron una mayor limpieza de arena y la construcción de infraestructuras alrededor de la Esfinge para facilitar el acceso y la contemplación.
Delante de las patas de la Esfinge se construyó una amplia escalinata que conducía a un mirador, resaltando su importancia como antigüedad digna de ser conservada y exhibida.
A lo largo de estos periodos, la Esfinge no sólo sirvió como símbolo religioso y cultural, sino también como faro que atraía tanto a los antiguos peregrinos como a los turistas, lo que refleja su perdurable legado como uno de los monumentos más venerados y enigmáticos de Egipto.
La perspectiva de Plinio y las restauraciones romanas de la Esfinge
Plinio el Viejo, un antiguo autor romano, ofrece un relato fascinante de la Gran Esfinge de Guiza, destacando su importancia tanto física como cultural.
Señala que, en su época, la población local consideraba la Esfinge no sólo una impresionante obra de arte, sino también una entidad divina.
Creían que era el lugar de enterramiento del rey Harmaïs, una figura que probablemente se confundía con uno de los faraones asociados a la Esfinge, y pensaban que había sido transportada desde lejos.
Contrariamente a estas leyendas locales, Plinio identificó correctamente que la Esfinge fue tallada en el lecho rocoso sólido de la meseta de Guiza.
Plinio también describió la cara de la Esfinge como pintada de rojo, un detalle que subraya la importancia ceremonial y religiosa de la estatua.
Proporcionó medidas detalladas: la circunferencia de la cabeza alrededor de la frente era de 102 pies, la longitud de sus pies era de 143 pies, y la altura desde el vientre hasta la parte superior del áspid (símbolo que solía llevarse en el tocado de los faraones) de su cabeza era de 62 pies.
Además, una estela fechada en el año 166 d.C. registra la restauración de los muros de contención alrededor de la Esfinge, lo que indica continuos esfuerzos de mantenimiento y restauración durante el periodo romano.
El último emperador romano relacionado con el monumento fue Septimio Severo, hacia el año 200 d.C.
Tras el declive de la influencia romana en la región, la Esfinge sucumbió de nuevo a las arenas del desierto, ocultando su grandeza hasta futuros redescubrimientos y excavaciones.
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Interpretaciones medievales y de principios de la Edad Moderna de la Esfinge
Durante la Edad Media, las interpretaciones y creencias en torno a la Esfinge siguieron evolucionando más allá de las antiguas prácticas religiosas egipcias.
Los no egipcios, incluidos los sabios de Harran, consideraban la Esfinge un monumento sagrado, creyendo que era el lugar de enterramiento de Hermes Trimegisto, figura venerada en varias tradiciones místicas y filosóficas.
Los autores árabes de la época describieron la Esfinge como un talismán protector, que protegía los alrededores de las invasiones del desierto.
En particular, al-Maqrizi se refirió a ella como el “talismán del Nilo”, sugiriendo que los lugareños creían que el ciclo anual de inundaciones del Nilo dependía de la estatua.
A principios de la Edad Moderna, los viajeros y eruditos europeos aportaron sus puntos de vista, a menudo influidos por una mezcla de romanticismo y misticismo.
Del siglo XVI al XIX, muchas descripciones europeas retrataron a la Esfinge con rasgos femeninos, como si tuviera la cara, el cuello y el pecho de una mujer.
Estos relatos, aunque variaban en los detalles, contribuyeron a la evolución del mito que rodeaba a la Esfinge en el pensamiento occidental.
En particular, la descripción de John Lawson Stoddard del siglo XIX capta el temor y la reverencia que sentían muchos visitantes, destacando la antigüedad de la Esfinge y su enigmática presencia entre las arenas.
Las representaciones artísticas de la Esfinge durante este periodo también variaron significativamente, influidas por la imaginación de los ilustradores y grabadores más que por hallazgos arqueológicos precisos.
Estas imágenes a menudo se parecían poco a la Esfinge real, mostrando un amplio abanico de interpretaciones sobre su aspecto y simbolismo.
Excavaciones modernas: Desvelando la Gran Esfinge
La historia de las excavaciones modernas en la Gran Esfinge de Guiza revela importantes esfuerzos y descubrimientos que han contribuido a nuestra comprensión de este antiguo monumento.
En 1817, Giovanni Battista Caviglia, explorador y arqueólogo italiano, dirigió una innovadora excavación arqueológica que logró descubrir por completo el pecho de la Esfinge, marcando un momento crucial en el estudio moderno de la Esfinge.
Los trabajos continuaron a finales del siglo XIX, con avances sustanciales en 1887, cuando el pecho, las patas, el altar y la meseta circundante quedaron totalmente al descubierto.
Durante esta excavación también se desenterraron tramos de escalones, lo que permitió medir con precisión la Esfinge.
Se descubrió que la altura desde el escalón más bajo hasta la cima de la Esfinge era de treinta metros, y que la zona entre las patas, que en su día albergó un altar, medía treinta y cinco metros de largo y diez de ancho.
Durante estos esfuerzos se descubrió una estela perteneciente a Tutmosis IV.
Esta estela recogía un sueño en el que se ordenaba a Tutmosis IV que limpiara las arenas que se acumulaban alrededor de la Esfinge, lo que pone de relieve la importancia histórica y los continuos esfuerzos de mantenimiento dirigidos a la Esfinge a lo largo de los siglos.
Eugène Grébaut, en calidad de Director francés del Servicio de Antigüedades, también desempeñó un papel decisivo en estos esfuerzos de excavación, desempeñando un papel clave en los trabajos en curso para limpiar las arenas de alrededor de la Esfinge.
Sus contribuciones, junto con las de otros arqueólogos, han sido cruciales para preservar y revelar más detalles sobre la Gran Esfinge, asegurando su legado como símbolo de la ingeniería y la devoción religiosa del antiguo Egipto.
Debates y teorías sobre la edad de la Esfinge
La edad de la Gran Esfinge y de los templos que la rodean ha sido durante mucho tiempo objeto de debate entre los egiptólogos, revelando toda una serie de teorías basadas en pruebas arqueológicas e interpretaciones.
Auguste Mariette y la estela de inventario
En 1857, Auguste Mariette, fundador del Museo Egipcio de El Cairo, descubrió la Estela del Inventario, que data de la Vigesimosexta Dinastía (hacia 664-525 a.C.).
La estela sugiere que Khufu se encontró con la Esfinge ya enterrada en la arena, lo que implica que era anterior a él.
Sin embargo, los eruditos consideran con escepticismo que esta afirmación puede ser una pieza de revisionismo histórico, fabricada por los sacerdotes locales para vincular un antiguo legado al templo contemporáneo de Isis con fines políticos y económicos.
Observaciones de Flinders Petrie
En 1883, Flinders Petrie comentó la datación del Templo del Valle de Khafre y, por extensión, de la Esfinge, sugiriendo que los descubrimientos recientes indicaban que no se había construido antes del reinado de Khafre en la IV Dinastía.
Conclusión de Gastón Maspero
Gaston Maspero, tras un estudio realizado en 1886, llegó a la conclusión de que la Esfinge debía ser anterior a Jafre y sus predecesores, basándose en la Estela del Sueño, que menciona el cartucho de Jafre, lo que sitúa la creación de la Esfinge posiblemente en la Cuarta Dinastía (hacia 575-2467 a.C.).
Maspero creía que la Esfinge era el monumento más antiguo de Egipto.
La teoría de Ludwig Borchardt
Ludwig Borchardt atribuyó la Esfinge al Reino Medio, argumentando que sus rasgos faciales eran característicos de la XII Dinastía y que se parecía especialmente a Amenemhat III.
E. Opiniones de A. Wallis Budge
En su obra de 1904, Los dioses de los egipcios, E. A. Wallis Budge postuló que la Esfinge existió en tiempos de Jafre, pero que probablemente era mucho más antigua, remontándose al final del periodo arcaico, hacia el 2686 a.C.
Razonamiento de Selim Hassan
Selim Hassan creía que la Esfinge se construyó tras la finalización del complejo piramidal de Jafre, lo que sugiere que no es tan antigua como proponen otras teorías.
Estas opiniones divergentes ponen de relieve las complejidades y dificultades de datar definitivamente monumentos antiguos como la Esfinge, ya que cada teoría se basa en interpretaciones distintas de las pruebas arqueológicas y textuales.
Investigación moderna y teorías alternativas sobre la Esfinge
Las investigaciones modernas y las hipótesis alternativas siguen cuestionando las opiniones tradicionales sobre la antigüedad y el origen de la Gran Esfinge de Guiza, lo que da lugar a nuevas interpretaciones y debates entre los eruditos.
La hipótesis de Rainer Stadelmann
Rainer Stadelmann, antiguo director del Instituto Arqueológico Alemán de El Cairo, analizó el nemes (tocado) y la barba, ahora desprendida, de la Esfinge.
Llegó a la conclusión de que su estilo es más indicativo del faraón Khufu (2589-2566 a.C.) que de Khafre.
Stadelmann apoyó su teoría sugiriendo que la Calzada de Khafre se construyó para alinearse con una estructura preexistente, que según él sólo pudo ser la Esfinge, dada su ubicación.
Teoría de Vassil Dobrev
En 2004, Vassil Dobrev, del Instituto Francés de Arqueología Oriental de El Cairo, propuso que la Gran Esfinge podría haber sido construida por Djedefre (2528-2520 a.C.), hermanastro de Khafre e hijo de Khufu.
Dobrev sugirió que Djedefre creó la Esfinge a semejanza de su padre, Khufu, para asociarlo con el dios del sol Ra y restaurar el respeto por su dinastía.
Esta teoría se ve reforzada por la observación de que la calzada que conectaba la pirámide de Khafre con los templos se construyó alrededor de la Esfinge, lo que implica su preexistencia.
Sin embargo, esta hipótesis sigue siendo controvertida, y egiptólogos como Nigel Strudwick piden más pruebas y expresan escepticismo sobre afirmaciones relacionadas, como que la pirámide de Djedefre era un templo solar.
La perspectiva geológica de Colin Reader
Colin Reader, geólogo, se centró en los patrones de erosión del recinto de la Esfinge, que atribuye a la escorrentía de agua procedente de la meseta de Guiza.
Sostuvo que los importantes cambios hidrológicos causados por la explotación de canteras sugieren que la Esfinge es anterior a las canteras cercanas y, por extensión, a las pirámides.
Reader señala el uso de grandes piedras ciclópeas en parte del Templo de la Esfinge y la alineación de la calzada con las pirámides como prueba de que estas estructuras se planearon en torno a un monumento preexistente como la Esfinge.
Propone que la Esfinge podría datar de finales del periodo Predinástico o Dinástico Temprano, algo más antiguo de lo que se pensaba tradicionalmente, basándose en las avanzadas habilidades de albañilería evidentes en aquella época.
Restauraciones recientes
Se han llevado a cabo continuas restauraciones para preservar la Esfinge de la erosión y los daños naturales.
En particular, en 1931, unos ingenieros repararon la cabeza de la Esfinge tras desprenderse parte de su tocado en 1926.
Se añadió un collar de hormigón entre el tocado y el cuello, que ha alterado su perfil de forma un tanto controvertida.
En la década de 1980 y de nuevo en la de 1990 se llevaron a cabo otras amplias renovaciones, centradas tanto en la base de piedra como en el cuerpo de roca bruta de la Esfinge.
Estas diversas perspectivas demuestran las complejidades y la evolución de la comprensión de la Gran Esfinge, poniendo de relieve tanto su importancia histórica como los retos que plantea la conservación de un monumento antiguo tan emblemático.
El Misterio de la Nariz Perdida y Otros Secretos de la Esfinge
La Gran Esfinge de Guiza, símbolo emblemático del antiguo Egipto, ha sido durante mucho tiempo objeto de misterio e intriga, sobre todo en lo que respecta a la nariz que le falta.
Exámenes detallados sugieren que la nariz fue arrancada intencionadamente utilizando herramientas como varillas o cinceles, que se introducían en la zona de la nariz y luego se apalancaban para arrancarla.
El misterio de la nariz desaparecida ha dado lugar a numerosas leyendas populares, como la afirmación, muy difundida pero incorrecta, de que fue destruida por el ejército de Napoleón Bonaparte.
Sin embargo, este mito ha sido desmentido por los bocetos realizados por Frederic Louis Norden en 1737, que muestran que la nariz ya había desaparecido, 60 años antes de la campaña de Napoleón.
Los relatos históricos atribuyen los daños a diversas causas a lo largo de los siglos.
Algunos autores árabes del siglo X consideraron que los daños se debían a ataques iconoclastas.
Más concretamente, el historiador árabe al-Maqrīzī, que escribió a principios del siglo XV, atribuyó el acto a Muhammad Sa’im al-Dahr, un musulmán sufí de 1378 que, al parecer, estaba consternado porque los campesinos locales adoraban a la Esfinge para obtener mejores cosechas.
Al-Maqrīzī señaló que la desfiguración provocó un aumento de la capa de arena sobre la meseta de Guiza, lo que los lugareños consideraron un castigo divino.
Además, Al-Minufi, en el siglo XV, relacionó los daños con un castigo divino por la desfiguración durante la Cruzada de Alejandría de 1365.
Además de la nariz, la Esfinge presentaba originalmente una barba faraónica ceremonial, cuyos fragmentos se conservan actualmente en el Museo Británico.
Existe un debate entre los egiptólogos sobre si esta barba formaba parte de la Esfinge original o se añadió posteriormente.
Vassil Dobrev ha afirmado que, si la barba fuera original, su desprendimiento probablemente habría causado daños notables en la barbilla de la Esfinge.
La coloración de la Esfinge también apunta a su vibrante pasado, con residuos de pigmento rojo en su cara y restos de amarillo y azul en otras partes de la estatua.
El egiptólogo Mark Lehner ha sugerido que estos colores indican que la Esfinge estuvo en otro tiempo vívidamente pintada, lo que le daba un aspecto mucho más llamativo en la antigüedad que los tonos monocromos que vemos hoy.
Túneles ocultos y características estructurales de la Esfinge
La Gran Esfinge de Guiza, con sus capas de historia y misterio, no sólo destaca por la falta de su nariz y su vívida coloración en la antigüedad, sino también por sus intrigantes características estructurales, incluidos varios agujeros y túneles que han despertado la curiosidad y la especulación a lo largo de los siglos.
Agujero en la cabeza de la Esfinge
Durante sus viajes de 1565-1566, Johann Helffrich registró una observación fascinante sobre la Esfinge.
Describió a un sacerdote que entraba por un agujero situado en la parte superior de la cabeza de la Esfinge y hablaba de tal modo que parecía como si la propia Esfinge fuera la fuente de la voz.
Esta anécdota ha contribuido al aura mística que rodea a la Esfinge.
Además, varias estelas del Reino Nuevo representan a la Esfinge con una corona, lo que sugiere que el agujero podría haber servido originalmente como punto de anclaje para dicha corona.
En 1926, Émile Baraize selló este agujero con una trampilla metálica, añadiendo una capa moderna a la antigua estructura.
Agujero de Perring
Otro rasgo notable es el conocido como Agujero de Perring, situado justo detrás del cuello de la Esfinge.
En 1837, bajo la dirección de Howard Vyse, John Shae Perring intentó perforar un túnel en este lugar.
Por desgracia, las barras de perforación se atascaron a una profundidad de 27 pies, y los intentos de liberarlas con explosivos causaron daños adicionales.
Hasta 1978 no se despejó el agujero, revelando entre los escombros un fragmento del tocado nemes de la Esfinge, lo que indica aún más la complejidad histórica del monumento.
Fisura mayor
Una importante fisura natural atraviesa la cintura de la Esfinge, explorada por primera vez por Auguste Mariette en 1853.
Esta fisura es especialmente ancha en la parte superior de la espalda de la Esfinge, llegando a medir hasta 2 metros (6,6 pies).
Baraize tomó medidas para estabilizar esta fisura en 1926, sellando los lados e instalando una cubierta hecha de barras de hierro, piedra caliza y cemento.
También colocó una trampilla de hierro en la parte superior.
Es posible que los lados de esta fisura se hayan escuadrado artificialmente, mientras que el fondo sigue siendo un lecho de roca irregular, ligeramente elevado del suelo circundante.
Una grieta más estrecha continúa a mayor profundidad, insinuando los retos geológicos a los que se ha enfrentado la Esfinge a lo largo de milenios.
Estas intervenciones estructurales ponen de relieve tanto las vulnerabilidades de la Esfinge debidas a daños naturales y provocados por el hombre como los esfuerzos en curso para conservar y estudiar este emblemático monumento.
Nuevos conocimientos sobre las características ocultas de la Esfinge
En 1926, bajo la dirección de Émile Baraize, se realizaron importantes avances en el descubrimiento de partes de la Esfinge, que condujeron al descubrimiento de una abertura a un túnel en el lado norte de la grupa de la Esfinge, a nivel del suelo.
Este túnel se cerró inicialmente con un revestimiento de mampostería y fue desapareciendo de la memoria común.
Paso de grupa
Más de cincuenta años después, en la década de 1980, la existencia de este llamado “paso de la grupa” fue recordada por tres ancianos que habían trabajado como portadores de cestas durante el desbroce de 1926.
Sus recuerdos impulsaron el redescubrimiento y posterior excavación del pasadizo.
Estructura del paso de grupa
Más de cincuenta años después, en la década de 1980, la existencia de este llamado “paso de la grupa” fue recordada por tres ancianos que habían trabajado como portadores de cestas durante el desbroce de 1926.
Sus recuerdos impulsaron el redescubrimiento y posterior excavación del pasadizo.
El pasadizo de la grupa está dividido en una sección superior y otra inferior, unidas aproximadamente en un ángulo de 90 grados:
Sección superior
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La parte superior asciende 4 metros (unos 13 pies) por encima de la planta baja, en dirección noroeste.
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Discurre entre el revestimiento de mampostería y el cuerpo central de la Esfinge, y termina en un nicho de 1 metro (unos 3,3 pies) de ancho y 1,8 metros (unos 5,9 pies) de alto.
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El techo de este nicho está compuesto de cemento moderno, que probablemente se filtró desde el relleno del hueco entre la mampostería y el lecho rocoso del núcleo, situado aproximadamente a 3 metros (unos 9,8 pies) por encima.
Sección inferior
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Esta parte del pasadizo desciende abruptamente en el lecho rocoso hacia el noreste durante una distancia de unos 4 metros y alcanza una profundidad de 5 metros.
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Termina en una fosa sin salida al nivel de las aguas subterráneas.
La entrada mide 1,3 metros (unos 4,3 pies) de ancho, estrechándose hasta 1,07 metros (unos 3,5 pies) hacia el final. -
Entre los restos encontrados había trozos de papel de aluminio, la base de una jarra de agua de cerámica moderna, más papel de aluminio, cemento moderno y un par de zapatos, lo que sugiere actividad o interferencia humana reciente.
Se cree que la construcción del pasadizo se hizo de arriba abajo, empezando en lo alto de la grupa, y que el acceso actual a nivel del suelo se creó posiblemente más tarde.
Las entradas del diario de Howard Vyse de los días 27 y 28 de febrero de 1837 mencionan “perforaciones” cerca de la cola de la Esfinge, lo que apunta a que posiblemente fuera él el creador original de este pasadizo.
Sin embargo, existe otra interpretación según la cual este pozo podría ser de origen antiguo, quizá sirviera como túnel de exploración o pozo de tumba inacabado.
Este pasaje añade otra capa a la rica y compleja historia de la Esfinge, sugiriendo diversas fases de construcción, uso y exploración a lo largo de su existencia.
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Exploraciones y descubrimientos estructurales en la Esfinge
Nicho en el flanco norte
En una fotografía de 1925 se documentó un nicho en el flanco norte de la Esfinge que mostraba a un hombre de pie por debajo del nivel del suelo dentro del cuerpo central de la Esfinge.
Este nicho fue sellado durante los trabajos de restauración de 1925-1926, lo que ilustra las continuas modificaciones y esfuerzos de conservación destinados a estabilizar y preservar la Esfinge.
Hueco bajo la caja de mampostería grande del sur
También se especula sobre otra posible abertura a nivel del suelo dentro de una gran caja de mampostería en el lado sur de la Esfinge.
Los detalles sobre esta brecha siguen siendo limitados, lo que subraya el misterio y el proceso de descubrimiento en curso asociados a la estructura de la Esfinge.
Espacio detrás de la Estela del Sueño
El espacio situado detrás de la Estela del Sueño, entre las patas de la Esfinge, se ha cubierto y protegido con un techo de vigas de hierro y cemento, dotado de una trampilla de hierro.
Esta construcción refleja los esfuerzos por preservar la integridad de la estructura y protegerla de los factores medioambientales.
Eje de ojo de cerradura
En 1978, una excavación dirigida por Hawass reveló un pozo cuadrado en el saliente del recinto de la Esfinge, situado frente a la pata trasera norte.
Este pozo, que mide 1,42 por 1,06 metros y unos 2 metros de profundidad, fue interpretado por el arqueólogo Mark Lehner como una tumba inacabada y recibió el acertado nombre de “pozo del ojo de la cerradura” debido a que la forma de los cortes de la cornisa que hay sobre él se asemeja a un ojo de cerradura tradicional (de la época victoriana) vuelto del revés.
Pseudohistoria y teorías especulativas
A lo largo de los años se han propuesto diversas teorías pseudohistóricas sobre los orígenes y la finalidad de la Esfinge, a menudo carentes de pruebas suficientes o contradichas por datos arqueológicos, geológicos e históricos establecidos.
Los antiguos astronautas y las teorías sobre la Atlántida
Algunas teorías marginales, como la teoría de la correlación con Orión, sugieren que la Esfinge estaba alineada frente a la constelación de Leo durante el equinoccio de primavera, alrededor del 10.500 a.C., vinculándola a la idea pseudoarqueológica de los antiguos astronautas o a conexiones con la Atlántida.
Tales teorías son ampliamente rechazadas por los eruditos de la corriente dominante, que sostienen que no hay pruebas sustanciales que respalden estas afirmaciones, y que la orientación de la Esfinge hacia el este concuerda con las prácticas conocidas del antiguo culto solar egipcio.
Hipótesis de la erosión hídrica de la Esfinge
La hipótesis de la erosión hídrica de la Esfinge sostiene que el tipo de meteorización observado en las paredes del recinto de la Esfinge sólo podría deberse a las lluvias torrenciales, lo que sugiere una datación mucho más antigua que la tradicionalmente aceptada.
Esta hipótesis, promovida por figuras como René Schwaller de Lubicz, John Anthony West y el geólogo Robert M. Schoch, es considerada pseudoarqueología por la comunidad académica, que cita pruebas arqueológicas y climatológicas en sentido contrario.
Salón de los récords
Las predicciones de personajes como Edgar Cayce en la década de 1930 sobre una “Sala de los Registros” bajo la Esfinge, que supuestamente contenía conocimientos de la Atlántida, alimentaron un gran interés especulativo, especialmente en la década de 1990.
Sin embargo, esta especulación perdió impulso cuando no se descubrió tal sala como se había predicho.
Orígenes iconográficos alternativos
El autor Robert K. G. Temple propuso que la Esfinge era originalmente una estatua de Anubis, el dios chacal de los funerales, y que su rostro fue posteriormente recortado para asemejarse al de un faraón del Reino Medio, concretamente Amenemhet II.
La teoría de Temple se basa en el análisis estilístico del maquillaje de los ojos y los pliegues del tocado, pero sigue siendo especulativa sin un respaldo arqueológico sustancial.
Estas diversas teorías y descubrimientos ilustran la naturaleza compleja y polifacética del compromiso académico y público con la Esfinge, reflejando una mezcla de arqueología basada en pruebas y el encanto del misterio que rodea a uno de los monumentos antiguos más emblemáticos del mundo.
El espacio situado detrás de la Estela del Sueño, entre las patas de la Esfinge, se ha cubierto y protegido con un techo de vigas de hierro y cemento, dotado de una trampilla de hierro.
Esta construcción refleja los esfuerzos por preservar la integridad de la estructura y protegerla de los factores medioambientales.
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